- oscargoberna
El benchmarking contribuye a mitigar la incertidumbre
Vivimos en un contexto caracterizado por:
Volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad crecientes.
Polución de datos y falta de información gerencial para la toma de decisiones.
El COVID-19 aceleró la dinámica de cambio.
Se amplia la brecha entre lo planificado y "la nueva realidad".
Cada día es mayor el inventario de cosas que funcionaban bien "hasta ayer".
Y todo esto seguirá profundizándose ....
En suma los mismos problemas de siempre pero magnificados, mas nuevos problemas de alta criticidad .... Un combo demasiado delicado para intentar manejar en forma improvisada y reactiva.
La buena noticia es que disponemos de recursos para mitigar esta incertidumbre y convertir problemas en oportunidades. Para ello recomendamos las siguientes claves para la gestión de la incertidumbre:
1. Preguntarnos qué depende de nosotros, ¿podemos hacer algo? Y si la respuesta es positiva, centrarnos en aquello que podemos hacer, no perder energía en aquello que no depende de nosotros.
2. Observar la situación en perspectiva, para tener una visión de 360° y sopesar adecuadamente las prioridades.
3. No dejar de planificar pero monitorear de cerca los procesos y sus resultados, dado que estamos actuando desde aquello que podemos hacer, nos da mayor sensación de control y ganamos tranquilidad.
4. Reconocer y valorar aquello que si tenemos, cuando perdemos algo es cuando nos damos cuenta de su valor. ¿Por qué no reconocer las fortalezas a tiempo, aprovecharlas y optimizarlas mientras podamos?.
5. Informarnos y prepararnos al máximo sobre cada fase o proceso del negocio. Todo es aprendizaje permanente.
6. Entender lo que pasa aquí y ahora, no sirve la fotografía de ayer, es necesario contar con herramientas que plasmen la situación presente y nos permitan entender que esta ocurriendo aquí y ahora.

El benchmarking nos ayuda a mitigar la incertidumbre, porque:
Focaliza el esfuerzo en lo que vale la pena y podemos modificar.
Aporta una visión integral del negocio.
Refleja objetivamente el resultado de los procesos.
Ofrece un inventario preciso de fortalezas, así como identifica debilidades y oportunidades de mejora.
Brinda los medios para un aprendizaje permanente que contribuya a la mejora continua.
Nos sitúa en la realidad (el aquí y ahora de la organización).